Cada curso, a partir de los 6 años, los alumnos del colegio de infantil y primaria Alquería (Granada) deben dar una conferencia ante sus compañeros de clase. Puede ser del asunto que ellos elijan y se trata de que trabajen todas las fases por las que hay que pasar para exponer un tema: búsqueda y selección de información, elaboración de una presentación, memorización del tema, exposición ante un público y aclaración de dudas. No hay limitación de tiempo. El formato de presentación suele ser Power Point en los cursos de primaria; en infantil suelen preparar varias cartulinas.
Algunas de las conferencias que mi hijo Luis dio en cursos pasados fueron “Las motos”, “Fósiles”, “Teseo y el minotauro”, “Algunos animales marinos” y “Algunas enfermedades raras”. Mi hija Paula recuerdo que habló sobre “Las mariposas”, “Las ovejas”, “Los viajes de Gulliver”, “El cerebro”, “La revolución americana” y “El aparato circulatorio”, entre otros temas.
Por supuesto, los padres pueden ayudar pero solo a la hora de orientar a los chavales en la búsqueda y selección de la información. Por ejemplo, se les acompaña a librerías y bibliotecas para conseguir libros sobre el tema. O se navega con ellos por internet para visitar webs relacionadas. En el resto no deberían, y lo digo en condicional porque resulta obvio que algunas conferencias tuvieron influencia parental. En mi caso siempre me involucro de varias formas: en primer lugar, en cuanto se sabe la fecha de su charla ya empiezo a machacar para que trabaje un poco cada día, me convierto en su peor pesadilla y toda mi familia me califica de pesado; en segundo lugar, cuando la presentación está lista, le hago ensayar como a un becario hasta que veo que se lo sabe todo bien, posibles preguntas incluidas. Esto refuerza lo de pesado.
Este año, Luis eligió como tema “Diez cosas que no sabías sobre ciencias”.
– Luis, ¿eso qué significa?
– Papá, quiero hacer 10 experimentos.
– ¿En directo ante toda la clase?
– Sí.
La madre que me parió, pensé. Me pareció buen tema (¿cómo no me lo va a parecer?) aunque inicialmente complicado. Decidí intervenir: juntos seleccionamos 10 experimentos que pueden hacerse de forma rápida, sin necesidad de calentar nada ni aparatos. Él hizo una lista de material y fuimos a comprarlos a supermercados y ferreterías. Por supuesto, ensayamos cada experimento por separado hasta que todos funcionaron correctamente. Los ensayos finales consistieron en hacerlos todos de forma seguida.
El resultado es el que aparece en el vídeo que incluyo más abajo. Lo más difícil fue aprenderse el fundamento de cada uno, algo que se nota al final de cada experimento, se aprecia cómo se para y busca en los recovecos de su “disco duro”. Estoy orgulloso por varios motivos: trabajó duro, pero sobre todo porque aunque dijo que estaba nervioso mantuvo la calma y cuando algún experimento falló, lo repitió y salió bien.
Atentos a la bata de laboratorio.
Gran conferencia la que nos ofreció mostrando dominio en los experimentos y exposición de lo trabajado. Fue una conferencia muy interesante y práctica que dejó a todos con la boca abierta. ¡Buen trabajo!